30 x 30

Yo tengo varios problemas para conquistar mujeres, soy tímido, ando con una cara de comemierda y todavia no aprendo a bailar salsa, que conste, bailo muy bien el merengue, doy mis pasitos de bachata y me remeneo bien cuando ponen algun disquito que incita a dar golpes de cintura.

El can es que un día de parranda, de esas en que el mundo se acaba, conocí a una muchacha que estaba a dos brazos de distancia de mi. La acompañaban tres mas, pero yo me fijé en ella, sus ojos eran muy sensuales, su boca, de matar. Hice lo que hacen todos los animales machos, pasearme frente a ella, hasta que en una rocé su hombro, intercambiamos sonrisas, nombres, y perfumes.

Bailamos un poco, conversamos un tanto. Le hablaba pegadito al oido para que oliera mi perfume, el cual me han dicho es un baja panty, pero nada, ese no es el tema. Llegó un amigo que por coincidencia ella lo conocia, eran compañeros de trabajo, y empezaron a hablar, a bailar, y decirse cosas en secreto, ojalá no use el mismo perfume que yo, pensé. Al rato me dice que se va, que fulano la llevaria a su casa, se despidió, pero no le di mi número, no le pedi el suyo, se quedó mirandome esperando que yo lo hiciera, solo sabia de ella su nombre y lugar de trabajo.

Al rato vuelve el pana en común y me dice que la dejó en su casa, que ella y el tenian algo viejo, que las mujeres son del mundo, blah, blah, blah, yo me despedí pues recibí una llamada de Arlette, la pasé a buscar, nos fuimos por ahi, frente a una iglesia a charlar un rato. Al dia siguiente, en la oficina me pregunté si un palomo iba joder a este buitre, perdon por la modestia, busqué en la guia el número de teléfono de la compañía donde ella me dijo que trabajaba e inventandome una historieta conseguí su celular, la llamé y quedamos de vernos el siguiente viernes.

Esa noche, luego del merenguito y del punki punki, vino una salsita suave, rica, de esas que no se bailar. Aproveché que habia mucha gente para bailar apretados, sin tener que dar muchos pasos, suavecito le hablaba al oido, suavecito mis palabras se iban al cerebro, suavecito en el espacio de un mosaico, en un 30 x 30, le decia muchas cosas que no me vienen a la mente, pero que Alfonsito me las hace recordar.