Love is a happy tale

La vida te da sorpresas, quien diria que en una estación de gasolina encontraria a Arlette. Todo fue un conjunto de eventos que se coordinaron para que yo fuese quien le ayudó a llenar su neumático desinflado. Esa estudiante de derecho, con una sonrisa del cielo, con un tono exquisito de voz, con su pelo suelto, y unos ojos, me dejó loco, también me dejo su número de telefono. Salimos varias veces, ella vivia con una tia aqui en la capital, estaba presentando su tesis, regresaba a Santiago para trabajar en la firma de abogados de su padre.

Cuando se mudó la visitaba todos los sábados, pasabamos horas muertas hablando de la vida, los colores pasteles, las mascotas, la playa, la loma, el rio, el campo. A ella le encantaba el nivel de pendejismo que me arropaba cada vez que nos quedabamos solos. No habia forma de que me atreviera a dar un paso para acercarme a ella, simplemente se reia de mi. Sabía que yo no iba a propasarme. Pasaban las semanas, los sabados en su casa, las oportunidades perdidas, la desgracia de que ella me llamara mi amigo. Perdí la oportunidad de que fuera mi novia, cuando se lo pedí, ya era tarde, no estaba interesada en mi. Traté de conquistarla, pero ni las flores, las cenas a la luz de las velas, los paseos en coche en Santiago, los viajes a Sosua, las señales de humo. Me amargué, traté de olvidarla, pero esa negativa suya de no ser mi novia, me atormentaba.

Me fui a Cabarete y no se lo comenté. Me pasé el día en la playa preparandome para la noche. En ese bar la vi, bailamos, bebimos, fuimos a la playa. Me tomó de la mano y nos fuimos a un lugar apartado, nos besamos, nos tocamos, me decia que me queria, que la perdonara por las tantas veces que me dijo que no. Bueno, al menos eso es lo que recuerdo de lo que me soñé antes de ayer. Arlette está contenta con Peguero, un staff de seguridad del bar donde me dijo que no 136 veces. Creo que en diciembre dará a luz.