Mi hermana jodió tanto a mi padre por celebrar sus quince años en el country y mi padre se los celebró. Jodió tanto a mi madre por un viaje a Disney con sus amigas de la promoción del colegio y mi madre se lo regaló. Así se pasó mi hermana toda la vida jodiendo y jodiendo y mis padres sacando dinero para complacer a mi hermana o callar sus berrinches. Un día mi padre llegó con un paquete con cuatro patas y color negro, era el nuevo antojo de ella.
Bonita era la consentida de la familia. Todos le celebraban el estúpido hecho de verla correr tras una pelota de goma tantas veces se la lanzaras. Muchas veces deseé que esa pelota se cayera por un hoyo y Bonita fuera detras de ella y se encontrara en el país de las maravillas y Alicia la adoptara y luego la maldita perra orinara, como orina la alfombra de mi habitación, al Hombre de Ojalata y éste cuando viera que se oxida le cortara la cabeza. Pero eso no sudecerá, al menos que Alicia la adoptara, cortarle la cabeza puedo hacerlo yo.
Me fui a Chile a estudiar una maestria en Reordenamiento del tránsito terrestre, algo así como para trabajar en el Metro. Regresé luego de dos años. Fui recibido en el aeropuerto por mi madre, mi hermana y Bonita. Mi madre me dio un abrazo, mi hermana un beso y el pegote ese lamió mi cara, vaya recibimiento!!!!
Llegué a casa y me sentí una vez mas en mi hogar. Fui recibido por mis amigos, me tenian una fiesta sorpresa, destapamos vino, vodka, muchas Presidentes, Brugal. Un sanchocho, un mangú, longaniza, queso de hoja, of course. No había desempacado las maletas y ya tenia un jumo del carajo. Entré a mi habitación, estaba intacta, todo en su lugar, impeclable. Me quité los zapatos y me tiré en la cama.
-Maldición. Grité.
Bonita se habí orinado en mi cama. Me senté en la orilla de la cama maquinando la forma en que iba a hacer desaparecer la maldita perra. Me calmé un poco cuando la vi entrar a mi habitación con una cara de pedir disculpas y con un deseo de volver a orinarse. Borracho le puse su collar y la saqué a pasear. No sabía que el amanecer era tan bello, el sol nos acaricia mientras salimos a trabajar, me puse melancólico. Cargué a Bonita y la acaricié. Algunos vecinos que me reconocieron me saludaban y el muchacho que reparte Diario Libre aún es el mismo.
Bonita se me soltó y empezó a correr sola por la cuadra, y corría y corría. Se orinaba y defecaba en el jardin de ese vecino nuevo, y Bonita corría y corría. Jugueteaba con las fundas de basura, sacaba un envase de leche descremada, un pamper sucio y Bonita corría y corría.
Se perdia al final de la calle, donde crees que el sol no llega, donde no hay vecinos y es otro muchacho que reparte el periodico.
Bonita era la consentida de la familia. Todos le celebraban el estúpido hecho de verla correr tras una pelota de goma tantas veces se la lanzaras. Muchas veces deseé que esa pelota se cayera por un hoyo y Bonita fuera detras de ella y se encontrara en el país de las maravillas y Alicia la adoptara y luego la maldita perra orinara, como orina la alfombra de mi habitación, al Hombre de Ojalata y éste cuando viera que se oxida le cortara la cabeza. Pero eso no sudecerá, al menos que Alicia la adoptara, cortarle la cabeza puedo hacerlo yo.
Me fui a Chile a estudiar una maestria en Reordenamiento del tránsito terrestre, algo así como para trabajar en el Metro. Regresé luego de dos años. Fui recibido en el aeropuerto por mi madre, mi hermana y Bonita. Mi madre me dio un abrazo, mi hermana un beso y el pegote ese lamió mi cara, vaya recibimiento!!!!
Llegué a casa y me sentí una vez mas en mi hogar. Fui recibido por mis amigos, me tenian una fiesta sorpresa, destapamos vino, vodka, muchas Presidentes, Brugal. Un sanchocho, un mangú, longaniza, queso de hoja, of course. No había desempacado las maletas y ya tenia un jumo del carajo. Entré a mi habitación, estaba intacta, todo en su lugar, impeclable. Me quité los zapatos y me tiré en la cama.
-Maldición. Grité.
Bonita se habí orinado en mi cama. Me senté en la orilla de la cama maquinando la forma en que iba a hacer desaparecer la maldita perra. Me calmé un poco cuando la vi entrar a mi habitación con una cara de pedir disculpas y con un deseo de volver a orinarse. Borracho le puse su collar y la saqué a pasear. No sabía que el amanecer era tan bello, el sol nos acaricia mientras salimos a trabajar, me puse melancólico. Cargué a Bonita y la acaricié. Algunos vecinos que me reconocieron me saludaban y el muchacho que reparte Diario Libre aún es el mismo.
Bonita se me soltó y empezó a correr sola por la cuadra, y corría y corría. Se orinaba y defecaba en el jardin de ese vecino nuevo, y Bonita corría y corría. Jugueteaba con las fundas de basura, sacaba un envase de leche descremada, un pamper sucio y Bonita corría y corría.
Se perdia al final de la calle, donde crees que el sol no llega, donde no hay vecinos y es otro muchacho que reparte el periodico.