Friday, October 28, 2011

Aquellos dias

Recuerdo aquellos dias donde no importaba si el cliente pagaba la cubicacion, a esta hora ya teniamos dinero en la cuenta. Raudos por la carretera pasabamos frente a Parador Castillo que a esa hora dejaba de servir alimentos para convertirse en un centro de entretenimiento para adultos, o como decia Glenys, una cuereria.

En la bomba de Amable se gastaban los primeros mil pesos del cobro, en pequenas bien frias frias con pechurina ahogada en aceite caliente, el mismo del miercoles pasado, pero whatever, es bavaro y si ya comiste donde Boba, tienes cancer o no eres humano. Criticabamos las decisiones de los jefes, desnudabamos a las nuevas vendedoras, nos reiamos de los arquitectos que olvidaban las pendientes para los desagues de las manejadoras, era nuestro momento macho/hormigon/botas/camionetas/manos asquerosas/olor a aditivos del dia.

Cuando te orinas las botas y te salpicas el pantalon, entonces sabias que ya no podias seguir bebiendo de pie, como vaqueros del viejo oeste, todos en fila hacia el Guateque. Bachata amargada, merengue sin letra, mujeres camareras de dia, prostitutas de noche, habitaciones sencillas y deluxe, placeres incluidos, tufo. La vista se nubla y el celular se llena de mensaje; insultos de un compromiso que has roto y que llora desconsolada en Santo domingo, por otro lado, varias llamadas perdidas de alguien que te esperara en Mangu a las once. Llegas a tu casa y no te atreves a sentarte ni en la incomoda silla de tu comedor, temes a caer rendido y despertar al tercer dia, como aquel que vino hace cuchimil siglos atras. Todo queda lejos, es como vivir en Florida pero ganando en pesos.

Cae la noche. Andamos en solitario. Es el momentos de ver y voltear la cara, no quieres enterarte de Tezanitos con Dorka, ni Marian con Jose, ni Samir con Rosa, todos se agarran de la mano, hablan con ternura, miran con deseo y dan besos en la frente, dicen palabras bonitas, prometen divorcios. Yo me junte con ella, bailamos hasta tarde, nos pasamos subiendo y bajando escaleras, escondidos entre turistas, sankies y amantes. Fuimos a esperar el amanecer en la playa, desayunamos cerveza a ciento cincuenta pesos. Hace tiempo dejamos de hacernos promesas, ella se va para Madrid a estudiar y no volver, yo me ire a Santo Domingo a rogar con flores en las manos que no me deje, que todo fue un error, un sueno de verano de aquellos dias.




Monday, April 04, 2011

Se me perdieron los lentes

Tengo un problema con los baños que tienen dos lavamanos. Uno es el espacio que debería tener el baño para poder construir dicho mueble y dos, acabaría por completo con las conversaciones con Rafaela. Rafaela y yo nos tenemos confianza, mucha diría yo, hemos desarrollado el arte de andar para arriba y para abajo y no aburrirnos, es que conversamos mucho, sobre todo de trivialidades. Los temas importantes lo dejamos para la mañana, antes de salir de la habitación, antes de salir del baño. Mientras cepillo mis dientes se me acerca, me abraza, me dice que pendientes hay en la casa, comentamos sobre las próximas vacaciones. En el momento que la escucho tengo el cepillo dental en la boca, haciendo espuma, no puedo contestar y cuando escupo y me enjuago, me muerde las orejas, agarra mi entrepierna, en fin, mi opinión es silenciada porque hay que poner atención a otras cosas, asuntos mas importantes. Le he dejado el mando, qué gano con discutir lo que ya está decidido en su cabeza? Algunas veces, me toca a mi hablar, ella está en la ducha, yo me siento en el inodoro y me deleito con la sombra de su figura en la cortina del baño. Lo mio es sencillo, soy de pocos problemas, de gustos sencillos, solo digo no a lo que considero es un gasto extraordinario o propongo otra alternativa a los viajes del fin de semana. Vamos a Rios San Juan este sábado, dejemos Sosua para el mes de Junio, hagamos viajes al sur. Hasta ahí llego.

Cómo perderme nuestras sesiones de charla? Cómo renunciar a nuestros momentos de "seriedad"? Existe una regla implícita en nuestra relación: Nuestros momentos de esparcimiento familiar, son eso, esparcimiento familiar. Nunca hemos hablado de pintar la sala o cambiar la nevera en medio de una cena, nunca hemos hablado de la inscripción del colegio llegando a Terrenas o el cambio de los neumáticos del vehículo llegando a Jarabacoa, no, para eso está nuestro baño. Por eso no quiero poner dos lavamanos, cada uno ocupado cepillandose, mezclando pasta dental con saliva, sin poder hablar, sin poder hacer nuestra rendición de cuentas financieras diarias. Amor, déjame treinta pesos "en menudo" para el pasaje. Vida, en la mesita hay ciento cincuenta pesos para el botellón de agua y fosforos. Pon los mil que faltan para el pago del mantenimiento. Amor, me deculé este mes, pide Don Tato y alquilemos par de películas. Si pongo ese mueble de baño con dos lavamanos perderé verla desnuda y aprovecharme de ella mientras trata de escupir y decirme oooye! Estoy tarde!. Perderé convencerla con mis besos en su cuello, mis manos en la "masa". Perderé el chance de volver a repetir lo que en la madrugada iniciamos.

Hace unas cuantas semanas atrás, haciendo uno de los paseos que mas difruto, desde Puerto Plata hasta Samaná, toda la costa, paralelo al Atlántico, nos paramos en Playa Grande. Una ola me sorprendió y perdí mis lentes. Le recordaba a Rafaela el incidente. No me dejó decir mas nada, se me acercó y me dijo: Déjame compensarte.

Insisto, no quiero ese mueble con dos lavamanos en mi baño.