Del dia de las madres

Pues tenía mucho tiempo sin visitar a mi madre, tanto que ni el aeropuerto del Cibao existia. Recuerdo cuando el trabajo me permitía venir con mas frecuencia, un taxista que tenia una station wagon Toyota acompañaba a mami al aeropuerto Gregorio Luperón, el chofer estaba casado con una hermana del bachatero apellido Paniagua, no recuerdo el nombre, en las noches prestaba servicios para la orquesta del cuñado y cuando algún guitarrista faltaba este lo sustituia, picada doble para el taxista con los dientes frontales separados. En la salida de la terminal vi a mi madre con mi hermana y su novio; Ahhhh!!! los tiempos si han cambiado!!! exclamé.

Llegamos a casa, un sancocho hervía, le agregaba dos o tres grados celcius mas a la infernal temperatura de la ciudad. Saludé a todos de mala gana, a mi primo Juan le corté los ojos, todavía espero que se disculpe con mami por haberle dicho mamaguebo el día que llegó borracho y ella le reclamó, les juro que si hubiese estado aquí lo pico picaito picaito. Solo me serví un plato, me paré de la mesa, no es que estaba malo el sancocho, tenia tiempo que no comia algo tan rico. Allá en Florida las chuletas ahumadas no saben igual, aunque las compres en Penn Dutch. Eso mismo pasa con las habichuelas, nadie me las hace allá como mami, yo compro todo los ingredientes en un mercado donde una doña haitiana te vende auyama, cilantrico y cilantro ancho, ajies, cebolla, sopita, sazón completo Maggy, odio el Goya, las habichuelas por libras, unos tomates maduritos para la ensalada, aguacate, arroz, costillitas ahumadas, todo lo compro a la vieja esa que siempre me engaña cobrandome seis dolares por una lechoza, creo que ella sabe que soy debil con una batidita. Pero mami me guardó un plato de la bandera dominicana, con fritos maduros, ensalada verde y aguacate, un vaso de Coca cola bien fria y mucho hielo, me chupé los dedos cuando terminé y se me escapó un erupto que se escuchó en la sala.

Me senté en el balcón de la casa, en pantalones cortos, descalzo y sin camisa, mirando a los vecinos pasar. A Edilenia, que está feisima, a Rocio que quedó embarazada de un violador, muy lindo su niño a pesar de todo. Doña Rosa, orgullosa de sus hijas tan sanas, tan puras, si me hubiese visto como me cogí a sus dos tesoros al mismo tiempo en su cama se le quemaria toda la grasa de su panza y el medio fondo se le caeria en medio de la calle, Hola doña, como le va? y su familia, y Sandra y Mecho, como están? le grité desde el balcón con una sonrisa entre burlona e hipócrita.