happy b-day to u, Fonsito

Agosto infernal, el calor húmedo insoportable, llenando de "brillo" la frente, el pecho, la espalda. "Dios mio queseto". Cinco de la tarde de un día que empezó mal, sigue mal y meteorología anuncia por los radios con pila, que terminará mal. Llegué a casa y el bombillo anaranjado del inversor anuncia que falta aún carga, miro al cielo pidiendo unas cuantas horas mas de energía eléctrica. Calor, calor, calor de Santo Domingo, de ese que dan ganas de maldecir, el que hace sudar con solo apearse del carro para marcar el pin de la tarjeta, al final, despues de varios intentos, sacas el clavo escondido detras de la tarjeta que no aguanta mas pagos atrasados.

Nueve de la noche, ya todos con mangú y salami y batida en el estómago. Nadie quiere quedarse en la sala a comentar sobre la actualidad, todos van a las habitaciones a sacarle provecho al aire acondicionado, en una de las habitaciones suena como helicoptero, así es, la mia. Nadie quiere pegarse del otro, la situación no está para cariñitos. Para seguir con los sucesos indeseables del día, se va la luz y el abanico de techo mas bueno del mundo, un KDK blanco, gira haciendo un sonido peculiar. Miro al lado y le digo: preparate, nos jodimos. A la hora se siente el abanico dejar de funcionar; el susto es mayor que estar en un avión y que anuncien por las bocinas que hay un motor fuera de funcionamiento. Vivir en el último piso y en el apartamento peor ubicado del edificio es un cástigo divino. El techo se calienta por el día, el sol muere en la habitación, joder, candela arriba y por los lados, casi una arepa. Decido dormir en la sala porque las maldiciones que dices no me dejan dormir, demasiado tengo con tener la espalda llena de sudor.

Me duele el cuello, me siento pegajoso, con la piel caliente. Mi madre me despierta, que hay un baño desocupado, que son casi las ocho. El mal humor corta mi sentido del oido automáticamente. Pocas palabras en la mesa, nadie quiere comentar nada para no desencadenar una serie de comentarios negativos en el desayuno: Nadie quiere empezar una mañana maldiciendo el insoportable calor, los insoportables apagones, el inversor que no se carga, maldito Hipólito. Para complemento, en la calle todo el mundo de mal humor, manejando como queriendo chocar para hacer algo diferente, para sentirse que salen de la monotonia y que lo que estamos viviendo no es una maldición o fucú. Y ese día era trece, agosto trece, una llamada entra al celular, como a eso de las diez, con el mismo calor, con la misma rutina. Y salgo volando entre carros públicos y guaguas manejadas por animales, algunas llenas de animales y llegando a la Bolivar casi con Dr. Delgado, me topo con siete centimetros de dilatación o no se que.

Los nueve meses de espera han llegado a su fin. Se traducen en pocas horas de espera, intensos gritos e imagenes guardadas en un cassette de 8mm que anda por ahí dando vueltas en una gaveta llena de polvo. Y hoy, cinco años despues, hace el mismo calor, la misma crisis. Y hoy, cinco años despues, estoy convencido que soy hecho para ti, porque...

-Alfonso, de por Dios, no apuntes eso a la cara, va y le saca un ojo a alguien, muchacho del carajo.