Viajando con pasaporte dominicano

Cuando las azafatas gringas que no hablan ni dos palabras de español saben que les toca vuelo para SDQ dicen fuck con una entonación mayor a la de ser detenido por un patrullero boricua y su compañero salvadoreño, que despues de: put your hands when i can see them; get out of the car sir; Randy: agajrra a ejsta gjringa en lo que busjco ajqui en elj carro, pronunciando carro como su fuera a escupir un catarro broncoendemoniado, le encuentran seis bolsitas de cocaina para la fiesta de sex, drugs and rock and roll con los hermanos del Ku Klux Klan. Ella prefiere eso mil veces a tener que mandar a sentar varias veces al adolescente que antes que se detenga el avión ya se puso de pie a bajar su maleta de mano, que desgracia, todavía falta mambo.

Salí desde Italia en un vuelo retrasado en diciembre, cabe aclarar que mis maletas tienen dos días volando por Madrid y Singapur, lo último que me dijeron en el counter antes de subirme al avión fue que en Irán la estaban investigando. Nunca en mi vida le habia deseado el mal al prójimo, cientos de veces me pasó por la cabeza gritar, tengo una bomba, tengo una bomba a ver si todo el mundo se quedaba sentado y quieto en sus asientos, pero luego me imaginé al grupo de compatriotas gritando y pidiendole a alguna virgen que los salve, bad idea. La única satisfacción del vuelo fue haberle metido el pie al carajito que jugaba al topao con su primito, dije i am sorry y el me gritó entre italiano y español mamaguebo varias veces.

El avión llegó a New York. Teniamos de desmontarnos, esperar que bajen las maletas y las pongan en el avión que nos llevaria a Santo Domingo, digo, para aquellos que si viajaron con sus maletas, esperar un gate disponible pues nosostros estabamos out of schedule. Según nos informaron en cinco horas despegariamos hacia la isla, para mi, de acuerdo a la guia de viajar con un fucú arriba, el avión saldría en diez. Pregunto por mis maletas y me dicen que en Irán no encontraron sustancias peligrosas y que vienen de camino por Islas Canarias. Me equivoqué con el tiempo a esperar para el despegue, no fueron diez horas, fueron catorce, catorce horas en que no pude dormir por los niños brincando, la gente gritandole a los celulares y por los carajitos jugando al topao. A estos les pareció una buena idea utilizar la columna que estaba al lado de mi asiento para taparse la cara y contar hasta cien cuando en la hora doce de estar esperando cambiaron del topao a jugar a las escondidas.

El avión está listo para despegar. Los grupos empiezan a entrar, me sorprendo pues casi lo estamos haciendo en orden, pero no, no tan facil, los niños del topao y las escondidas no aparecen, tiro el coño número cien del viaje. Luego de media hora buscando al heredero de Satanas, apareció escondido en un baño a cuchumil gates de nosotros, debió morirse, pero eso hubiese retrasado mas el via crusis. Cuando el avión toca tierra los aplausos se mezclan con los padres nuestros. Salimos del avión, todos recojen sus maletas, se reunen con quienes los esperan. Mis maletas van de camino a Venezuela.

Una firma de abogados criolla me dice que podemos demandar a las líneas aereas por daños y no se que. Cuando nos reunimos para conocer los detalles, los abogados en traje de mil dolares y zapatos de quinientos, me dieron mala espina, esto no va a caminar pensé, maldito fucú.