tres minutos

El señor vestido de informalidad, fuera del ambiente de oficina, comparte un almuerzo dominical, sentado en su mesa de siempre con su dos hermosos hijos y su adorada esposa. Hoy ha dejado que Eduardo y Enrique señalen con el dedo lo que quieren comer, le recomienda a su esposa gambas estrellas de entrada y un risotto frutti di mare como plato fuerte. Hoy no es un día especial, pero en la familia se siente una alegria inusual, un regocijo causado por el hecho de compartir juntos. Le cuenta a su familia lo divertido de su viaje por Japón, de las costumbres, les prometió que para las próximas vacaciones irian todos juntos. Mientras se lleva una copa de vino a la boca, siente que es observado por un señor desde la puerta del local. Pasan cinco minutos y cruza mirada con el señor quien con gestos trata de no pasar inadvertido.

Coño que vaina, exclama. Llama al camarero quien amablemente los atiende.

-Jefe, ese señor que está ahí en la puerta tiene como quince minutos mirando para esta mesa, pero mirando para acá, vaya a ver si quiere algo.
-Oh, ahora mismo mi comandante.

El camarero se aleja y se dirige donde el misterioso señor. De lejos observa la corta conversación, buscando alguna reacción entre los señores, el camarero hace un ademan con la cabeza y regresa a la mesa.

-Mi señor, el caballero lo que quiere es hablar con usted, que por favor le de tres minutos.
-Tres minutos, yo estoy con mi familia, Rafo, dile que ahora estoy comiendo y compartiendo, es mas olvidate de eso.

Pero el señor seguia parado esperando una reacción del caballero que, impaciente en este punto, comia en su mesa.

-Rafo, rafo. Llamó al mesero con la confianza de un cliente habitual.
-Ve a ver que es lo que pasa con ese señor, sigue ahi, de pie, ahora como están las cosas me atraca en la misma puerta, ve a ver que es lo quiere.

El camarero vuelve donde el señor, las misma breve conversación, los mismos ademanes.

-Jefe, tres minutos nada mas, tres minutos, dice el señor.
-Tiguere, vaya y digale que venga, no me ha dejado comer tranquilo, facil es un empleado mio y no se quien es.

La armonía en la mesa se habia perdido. El momento intimo y tranquilo hace rato que se fue.

El camarero acompaña al señor a la mesa.

-Jefe, yo estoy aqui comiendo con mi familia, compartiendo un domingo tranquilo, usted tiene media hora parado, mirando para acá y eso me ha hecho perder el apetito.
-Disculpe, pero me puede dar tres minutos a sola, solo tres minutos, pa' que hablemos una cosa, puede ser ahi en el bar.
-Caballero, estoy con mi familia, lo que tenga que decirme digamelo de una vez.
-Pero lo que le pido es un momento nada mas......
-Pero que cosa la suya!!!! Interrumpe de manera abrupta la conversación. Si me vuelve a mencionar los benditos tres minutos, voy a pedir que lo manden a sacar del local por molestar a un cliente. Lo que tenga que decirmelo me lo dice aquí, ahora y delante de mi familia.
-Seguro?
-Como que seguro, digame ya, que me está incomodando.
-Mire, yo hago mis servicios regularmente en el hotel que ta en el frente. Pue yo toy mirando asi pa lo lejo y veo a usté que se demonta de su mercede grí con sus hijos y su mujer.
-Anja, y entonces?
-Oh, fijese. Hace un mes estoy haciendo un servicio llevando a un cliente a uno de los moteles que tan por manresa, en OK y de repente un carro me choca por detras y sale juyendo. Yo anoté la placa y hoy, justo cuando uté se apea veo que es la mismita placa. Mire aquí en este papelito donde anoté la placa y el día, aqui ta la copia de la acta policial, yo lo único que quiero es reclamarle para que su seguro me pague.

El señor que ha escuchado con detenimiento, arruga el ceño. Le pide que le deje ver el acta policial.

-Caballero, para esa fecha yo estaba de viaje. Le habla sin mirarle a la cara, voltea hacia su señora, se levanta de la mesa, sujeta de las manos a su dos hijos. -Pase mañana por mi oficina para abrir la reclamación y que mi seguro le pague. Y tu, mujercita, pasa también por allá, para que firmes dos o tres cositas.