Entierro

La familia se reune de manera forzada en los entierros, no hay llamadas, no hay citaciones, solo la noticia que se riega como el viento, ha muerto un ser querido o un ser muy rico. Los familiares mas cercanos tienen los ojos inflamados de tanto llorar, de tan poco dormir. Saludas a los primos que no ves desde el entierro del abuelo. En la zona de espera de la funeraria las conversaciones se ponen al día sobre aquello y esto. La misa es emotiva, Sara, la nieta que ganó una beca para irse a España y quedar preñada de un Arabe que le secuestró la hija hace dos años, es elegida para dar un emotivo discurso recordando los cien pesos que la abuela daba a sus nietos cada vez que era visitada.

Todos en caravana hasta el entierro. Durante el lento trayecto todos hablan de la crisis económica del país, de sus propias crisis, asi evitan que los inoportunos sobrinos que están ahogados en deudas aprovechen la oportunidad para solicitar un préstamo a un cero por ciento de interes para ser pagados con el doble y las bonificaciones de los próximos cinco años.

El último adios. Good bye Mama, dice con voz de anuncio de Oshkosh B'Gosh el único tataranieto, es hijo de Sofia, la nieta que quedó embarazada a los quince de su profesor de educación física. Se la llevaron para los Estados Unidos para que se olvide de ese maldito enfermo, violador, abusador, loquito por reclamar algo de las cuarenta mil doscientas tareas de tierra con vocación turística que tiene su padre, un turco-banilejo, en Terrenas. Todos lloran, las lagrimas se contagian como los bostezos. Hoy en este entierro me he dado cuenta de algo, casi todos en mi familia usan lentes para los problemas de la vista y el albañil que coloca la tarja no usa nivel.