Milagro de media mañana

Coqueta Enriqueta se viste de Jeans apretados y bajitos, por debajo del ombligo, bien sugerentes, con una blusita que si levanta la mano dejaba ver su sensual ombligo, unos piensan en llenarlo de whipped cream, otros de champagne, el chofer del autobus AB-2563 de la Oficina Metropolitana de Autobuses pensó en Brugal Extraviejo.

Era domingo, pero no encontró donde sentarse, se ubicó casi al final del autobus, en una mano un bulto grande con un happy face grande lleno de productos para el salón, la otra mano se sostiene de la barra amarilla llena de microbios y bacterias. Se balancea en cada acelerón de la guagua, el señor sentado al lado de sus esposa seis pasos adelante, mira de reojo los movimientos de Enriqueta evitando irse de boca, le pide a Dios que el chofer frene de golpe y que esa niña, no tan niña, le caiga entre sus manos, asi aprovecharia para agarrarle las tetas sin querer queriendo.

El chofer del autobus siente un ligero mareo en la esquina de las avenidas J. F. Kennedy con Winston Churchill y amigos mios, esta historia es en República Dominicana, no en Londres o el Alto Manhattan. El hombre de algunos cincuenta años, se desploma sobre el guía del autobus y este choca contra el muro de hormigón que divide los carriles, su corazón ha dejado de latir y poco a poco se queda sin oxigeno su cerebro, para unos una desgracia, para otros un milagro de Dios. En las manos de El Señor Jesucristo, el alma de un chofer, en las manos del el señor sentado al lado de la señora, un seno, en la otra, media nalga de Enriqueta. Por poco sale disparada por el cristal frontal, la mano rápida del el señor al lado de la señora la salvó, aleluya!!!!.