Un alto precio

Yo admiro locamente a dos mujers en este mundo. Una es la Virgen María por haber dado a luz a un niño sin haber sido tocada, manoseada, besada y sin que se le hayan parado los pezones. La otra es Arlette. Es del tipo de mujer por la que cualquier hombre gastaria su bonificación para alquilar una casa con vista al mar en Cabarete, que prepararia una habitación especialmente para que se le aflojen las rodillas a la muchachona y llevarla a cenar a la Puntilla de Pio Giorgio y pedir el plato mas caro, la bebida mas cara, en fin, yo lo hice.

La pasé a buscar por Santiago y cuando llegamos quedó estupefacta al ver la belleza de la morada del fin de semana. En la noche hasta nos cambiamos juntos en la misma habitación. Se puso una falda corta, con una blusa hecha con el doble de la tela de sus disminutas tangas, pura candela. Estabamos sentados en el bar bebiendo muy acarameladamente, se acercaron dos personas a la mesa, su hermano y una prima, se nos unieron a la velada. Borrachos regresamos a nuestra guarida, en la habitación me quité los zapatos, ella también. O mi borrachera era demasiado fuerte, o la de ella era nula, pero no hicimos nada. No dejó que se me acercara, se puso un pantalón largo para dormir, nada que ver con la disminuta vestimenta que tenia hace un rato. En la mañana me dijo que para que me fuera por Jamao, para no pasar por Santiago, que ella se iba con su hermano. Yo, pendejamente, me despedí de ella.

Hace dos días que la vi en el centro comercial del centro de la ciudad. Bueno, este es el momento en que ustedes pensarán que está preñada de un infeliz, o tiene sida o tiene un mal olor en las axilas, o se le llenaron de caries los dientes. Este es el momento de pensar que ella por ser tan cuero y tan materialista, un italiano de dio golpes en la habitación de un hotel o se metió a pajara al no encontrar un hombre serio que le haga caso para sentar cabeza. Bueno, este es el momento de decirles que está mas bella que nunca, que estaba de la mano del doctor que le paga su apartamento de lujo pagando un collar de perlas con la tarjeta del ingeniero que le paga su carro rojo 2007. Este es el justo momento de decirles que cuando me vio se me acercó, me abrazó y me dijo al oido: "Sorry lindin, too high for you."

"Ay María que siempres tomas mis llamadas,
a altas horas de la madrugada,
que te metes en mi cama, sin importar nada,
que no te ha salido conmigo, ni un trago en Don Pincho,
donde estas hoy, que te necesito.

Juye mija, que cuando vengas te doy para la gasolina,
entra en mi habitación en cueros, ven ahora que me desespero,
ven y dame tus besos, excítame con tu aliento,
hazme olvidar aquella noche, en que me dejaron sin un peso.