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La guinea cruza la calle mirandote pero no se da cuenta que de frente a un loco viejo en un 70 se le fueron los frenos y termina desplumada y golpeada. Mira al cielo y le pide al Dios Guinea que la libre de su sufrimiento, que le permita tener una muere digna. El locrio de guinea acompañado de ensalada verde y unos fritos maduros, un doble litro coca-cola y un dulcito de leche cortada se come hoy en casa.

Que desgracia es estar vivo para llenar el estómago de gases. Que gracia es estar vivo por estar vivo, salir del campo lleno de aire limpio y llegar a la ciudad para meterse debajo de un puente o orillas de un rio que debe ser la letrina de la ciudad, o mas bien del mundo o mejor dicho del infierno. Esperar un ciclón y llenarse los ojos de una promesa de apartamento del gobierno de turno y morir empanizado por el hollín de la planta que produce energía a alto costo. Los que se han quedado en el campo han cambiado sus burros por motoconchos y esperan cada 30 la remesa que le envia su pariente desde los Estados Unidos para beberselos del romo mas malo, coger el cuero mas grillo y comprarse la ropa mas chopa que ojos humanos han visto.

Y volviendo a la guinea, aquella ave que nada tiene que ver con esto, ni con aquello, ni con Cristo que vino a salvarnos, na, muy bueno le quedó a mi madre el plato, debo decirle a mi mujer que aprenda a cocinar que no aguanto seguir comiendo pizza al medio dia ni chimi de noche.