Soledad

Nacer, crecer, reproducir, morir. Hace diez años con la muerte de Pingo que estoy muerta también, por dentro y casi por fuera. Nuestros hijos fueron colgando sus títulos universitarios en el pasillo y por la puerta de la casa: adios mamá bella. El último en hacerlo fue Rigo quien me dijo que nunca le vuelva a preguntar cuando se graduaba, él solo me visita dos veces al año, para su cumpleaños y para el mio. No hablamos de como le va, cuanto gana, no me trae un nieto, los condones son baratos mamá. Siempre ha sido muy suelto de boca, recuerdo la vez que lo traje de la iglesa agarrado de una oreja, lo botaron de la catequesis. Ustedes pueden creer? Le preguntó a su orientador que a quién Dios escucha en las guerras y para rematar que él no entendía eso de la fé pues los africanos tienen una eternidad piediendo por pan y agua. Quien me ha traido muchos nietos es Alejandro, ahora metido en política, el muchacho a la verdad que me ha sorprendido, tan buenmozo él. Marie, la mayor, aunque divorciada, puso una tienda en España y le va bien, Enriqueta es médico, de perros, pero médico, hasta hotel tiene en su tienda. Su esposo no me cae muy bien a pesar de los años, es muy seco, sonríe poco, pero es buen padre y muy trabajador. Cada día se me hace mas grande la casa. Antes iba al patio y recogía cerezas, luego María, una muchacha del campo que me ayuda en la casa, las recogía, las lavaba y las convertía en jugo. Cada vez que me trae un vaso me da ganas de tirarselo en la cara y decirle tómate tú el jugo y ojalá te caiga mal. Pero ya estos huesos no dan para mucho, ya estos brazos no tienen fuerza, ya mi voz ni la escucho. No sabe nadie la verguenza que siento cada vez que me tengo que sentar en el inodoro y avisar que terminé, que me limpien, que me bañen con un paño húmedo, que me peinen el pelo, yo lo que quiero es tirarme de cabeza en Masipedro y recoger mangos en el camino.

Abro la ventana de la casa y el viento cargado de salitre se hace huesped. Revoltea mis papeles, alborota mis dibujos, airea mis partes privadas. Todo el mundo debería ver el mar cuando se despierte, todo el mundo debería vivir en la costa, respirar ese aire puro y limpio que trae el mar, esa energía de la madre naturaleza, eso acabaría con la mala cara, con el coño que todo tenemos en la punta de la lengua, con el qué tú me miras? cuando alguien se va lejos con su amada por París en lo que cambia de rojo a verde el semáforo. Voy a la cocina, preparo café. Fue lo único que me llevé de casa cuando le dije a mamá bella que no me vuelva a preguntar por mi universidad, cumplí, terminé de decorar el pasillo. Por suerte hoy es jueves, odio los viernes pues viene el sábado, odio el sábado pues viene el domingo. El domingo es el día mas hijodesumalditamadre de la semana. Me levanto antes de las nueve, veo televisión hasta aburrirme, como poco o casi nada, a veces lloro. Me hace falta un pedazo de de piel, unas nalgas o unas tetas que tocar, de igual forma una mano que me toque, una lengua que me digas cosas al oido. No he encontrado a una mas loca que yo que se atreva a aguantar mi ordenado desorden, mi oficina en la sala, mi cuarto lleno de libros, los bocetos pegado a la nevera. Encontré un pagaré en el botiquín del baño y les juro, les juro por Dios que no me acordaba de de ese vaso con leche que encontré en el balcón, por cierto la leche podrida no hiede como para darse cuenta. Econtraré a alguién? No pido mucho, pero que no sea gorda, puede fumar marihuana, darle a la coca, inyectarse si quierepero que no fume tabaco, eso no lo soporto. Eso sí, que sea limpia, que se bañe, que se cepille, que use ropa olorosa, que se perfume, no es que sea mañoso, pero por ejemplo, yo las sábanas las cambio cada tres días.

El día que mamá bella murió regalaron a María todos los muebles, dejaron colgados los diplomas para que su alma no se sienta sola. De Rigo no se sabe mucho.