Ella

Da gusto ver como camina bajo el sol de la mañana. Camina suave, con gracia, como si flotara, como si el sol no quemara, como si nada mas existiese ella, como si fuera la última Coca Cola en este monte lleno de culebras. Y si le pitas, voltea la cara y te sonrie y te pica un ojo de maldad, para mortificar a uno. Ella en su uniforme entra a su edificio a trabajar y todo el mundo se queda con al boca abierta, imaginandola en blusita corta y en faldita o en un pantalón corto, blanco, de esos que usan las niñas lindas que compran en Acropolis.

Me encanta y ella lo sabe, que maldita. Esa mujer no suda, no le da resaca, no le da sueño, nunca sabras si tiene mal aliento o si le da grajo. Ella es una maldita, una abusadora, una desgraciá. Me la imagino allá en su casa de los jardines, bañandose en la mañana con un galón de agua y enjabonandose con los petalos de rosas que se cultivan en su cama. No te acerques, ni de relajo, esa mujer es de San Juan, te va a embrujar, te convertiras en su esclavo, solo pensaras en ella día y noche, te convertirá en unitoto.