summer stories

Fuimos llamados a asistir al funeral del nieto de Don Erick, su familia nos dio mucho apoyo cuando mi abuelo, Don Marino, murió. Las familias se reunen en los funerales. Conoces a los primos de tus padres, los hijos de estos, las hijas de Gilberto están muy buenas. Estabamos todos los primos, nietos de mi abuelo, presentes. Estar juntos de nuevo nos hizo recordar los veranos en Baitoa, 16 primos, 12 varones y 4 hembras, metidos dos meses en la finca de mi abuelo.

Carlos, Emil y yo eramos los primos "cool". Los que hablaban de sexo, lo que sabian manejar, los que sacaban a las primas a bailar y las quemaban. Estabamos los tres vestidos con trajes negros, zapatos negros, lentes negros.

-Viejo, y que le dio al muchachito ese??
-A quien?
-Al muerto, de que murió?
-Epilepsia
-De eso la gente no se muere.
-Bah!!! que se yo!!!! yo soy contable.

Estabamos hablando de los agostos de Baitoa y sus patronales, de las chicas que conquistamos, de los viajes a la Zanja, a la presa, a Sabana Iglesia.

-Viejo, ese carajito es el amigo de Oliver.
-Cual amigo de Oliver?
-El gringuito que fue a Baitoa.
-Pero del muerto es quien habla?
-Y tu donde dejaste el cerebro?
-En el culo de Franchesca.
-Que buena está!!!!
-Enfermo.

Si, si- pensé. William Sharp era nieto de Don Erick, un amigo y socio de mi abuelo. En el colegio estaba en el mismo curso con Oliver y el lo invitó a pasarse la última semana de vacaciones. En la finca pareciamos animales salvajes brincando, comiendo naranjas injertas, dulces como azucar, tamarindos, cerezas, mangos, jugando a la guerra en el conuco, jugando al doctor entre las hojas de tabaco que colgadas forman un estampado verde, marrón, mas marrón. El conuco quedaba en la falda de una montaña. Era una extensión rectangular y todo era casi perfecto. Una hilera de yuca, una hilera de plátano, una hilera de yuca, una hilera de plátano. Cada una se perdia en el fondo de la propiedad, terminaban a escasos metros de las matas de limoncillo, 39 matas una al lado de la otra que servian de limite visual.

-Allá donde se ven esas matas grandes y verdes, ahí termina lo que es tuyo.-Me decia mi abuelo mientras me cargaba en las piernas y le daba terminación con una lija a uno de los tantos trompos que con amor talló.

Nosotros teniamos un juego muy especial. Empezabamos en la mata número uno y terminabamos, brincando como los monos, de rama en rama hasta llegar a la número 39. De tanto hacerlo ya teniamos una ruta marcada en la mente.

-Coñññññññño!!!! si, viejo, ese carajito fue el que se mató una vé.
-Papá, el tipo se murió ayer.
-Mamaguevaso, tu me entiende.

Recordé el episodio. William no sabía que desde la 38 a la 39, el salto mas díficil, solo había una rama fuerta para llegar. El no se percató o mas bien no calculó la distancia del salto y cayó de una altura de seis metros, mas o menos, del techo de una casa de dos pisos. Perdió el conocimiento y Emil y yo, despues de amenazr a muete a lod demas, decidimos arrastrarlo por toda la finca y acostarlo en la cama, lo arropamos como si nada hubiese pasado. Si abuelo se hubiese enterado, ni pensarlo, prefiero estar preso.

-Si viejo, si.
-El carajo se despertó como a las tres horas y no sabía donde estaba, al tercer día se acordó de su nombre.
-No te apure, ahora no lo necesita.
-Abusadorrrrrrrrrrr

Los tres regresamos al salón donde velaban al muerto. Me acerqué al ataud y me dije en voz baja: Si ese era, que mal.