Tomates

El tomate se ha caido de su mata, la brisa lo pinta de polvo, el suelo no es como antes, ya no es fertil, ya no es tierra negra, es un mar de abandono, de miseria y crisis. Mira hacia arriba a sus compañeros sanos y jugosos, les espera el mismo destino, caer sin ser recojidos, son la última generación de una cosecha que se perderá entre los papeles y cartas de intención de un acuerdo bilateral. En los supermercados las tramerias están llenas de salsa de tomate importada libre de impuestos, de tomates enlatados Goya y una marca dificil de pronunciar. Mientras, en el campo, el tomate cubierto de tierra seca empieza a descomponerse, sus amigos, todavia colgando, le dan aliento.

Otro tomate cae. Cae igual a los pequeños agricultores, los que con sus conucos mantenian humildemente a su familia, ahora es dificil competir cuando el cachú Victorina cuesta 36 pesos y el el gringo 29. Un pais lleno de problemas, con impuestos que lesionan al que produce, tu sabes la inversión en energia y agua potable que hicieron los dueños de la planta para poder producir una lata de jugo de tomate?

-Yo pensaba que mi destino seria una ensalada capresa, mirame ahora, ni me recogieron, el patrón habrá perdido mucho dinero, no consiguió vendernos.

-Que sera de mi, tan grande y jugoso que soy, tan bueno que estaba.

-Mijo, de nada ha valido el esfuerzo.

Y con bombos y platillos, se anuncia el fin del productor nacional pequeño, del agricultor de 20 tareas, de la fabriquita pequeña. Solo se salvaran aquellos grandes que puedan apuntar hacia otros mercados o vender el fruto de decadas de tanto sudor al mejor postor anglosajón.