Guía del buen comer

Karla tenía un afán por llevarme a comer shushi. Nunca imaginé que un tipo de comida se pusiera a la moda. Virgen cuanto jodia. Le dije que ni muerto me meteria en la boca un pescado crudo. Baboso al fin, me rendí ante su insistencia, tambien ante su negativa de meterse bajo las sábanas conmigo, todo esto por no querer gastar mi dinero en arroz sancochado, king crab y aguacate.

Un viernes me entregó una lista de nombres de diferentes rollos, el kamasutra, california roll, komo roll, dragon ball o roll, que se yó. Fui a un retaurant famoso de la ciudad y compré todo lo pedido por ella, la llamé y le avisé. Llegué a su apartamento, antes de abrirme me dijo que colocara todo sobre una bandeja que habia en el comedor y que fuera directo a su habitación.

Entré. Coloqué la comida como me dijo y me dirigí a la habitación. Estaba a media luz, velones y algo que olia bueno, incienso, sí, eso era. Ella salió desnuda del baño, imponente, su piel acabada de bañar brillaba. Se acostó boca bajo y me dijo, enjoy it. Coloqué los rollos en su espalda alieneados con su columna vertical hasta llegar al nacimiento de sus nalgas. Disfruté lentamente de cada uno. Cuando iba a colocar el sashimi de igual forma se volteó, entendí al instante.

Puse las rodajas sobre sus pechos, sus pezones apuntaban al cielo, seguí así pasando por su abdomen y terminando justo en su pelvis. Sentí ganas de besar sus pechos pero romperia con el ambiente creado. Terminé de comer y ella se abalanzó hacia mi, la detuve. Unté su sexo de honey mustard, faltaba el postre. Ni decir del sake que probé de su boca, ni lo que pasó despues, percata minuta, estamos hablando de comida.