lourdes

Dudo mucho que sus padres la declaraon así: Lourdes. Creo que es Lurdes y ya. No quiere usar retenedores pues dice que habla feo. Un varón de nueve, una hembra de cuatro. Dos cicatrices debajo de la oreja derecha, una debajo de la izquierda, un marido cariñoso y muy dedicado la recibió con un cuchillo de cocina y le dio ese regalo de navidad. Siete años de patá y trompá, amor del bueno diría ellos. Nos meteremos en pleito de mario y mujer cuando a ella le saquen el higado por la boca. Ella quiere que la traten como princesa, que la mimen y abracen luego de cada polvo. Está dispuesta a hacer moro de guandules con coco, bistec con cebolla aunque no sabe donde veden la revista Cosmopolitan. La pobre, ha sufrido, mucho. Vive escondida del padre de sus hijos, escondida en una casa azul con verjas blancas, entre callejones de caliche y piperos.

Lourdes o Lurdes tiee la boca muy suelta, habla de todo y dice nada. Se quiere hacer las tetas y estericarse el cuero de la barriga, quiero abusar, asquerosear. Quiere gastarle los chelitos que le sacó a la cuenta de su marido, un bregador, pero muy cariñoso, le llegaba a las seis de la mañana, la saludaba con dos galletas, tres años perdidos de bracers, la última trompada le despegó hasta el alambre, cuanto amor. Le tiene miedo a la oscuridad, le recuerda el día que la intentó matar, le recuerda esa almohada en la cara y las palabras: muerete coño, muerete coño. Pobre Lourdes o Lurdes.