Monday, April 15, 2013

Lucky

No hacía calor, pero el sudor empapó mi camiseta, se sentía en mis pantalones, juro que también mis pies.  Los dos estábamos bailando a pesar de que no soy muy bueno en esos menesteres, no quería perderme esa oportunidad por nada en el mundo.  Estaba frente a ella, a la distancia en que se siente el suspiro tocándote las orejas, ensimismado con cada cuadro que mis ojos llevaban a mi cerebro:  El color de su piel, sus ojos, su boca.  Cerrando los ojos de cuando en vez, apagando el bullicio del lugar y quedándome con el murmullo dulce de su voz mientras me daba su número de teléfono. Las ciudades grandes ofrecen pocas coincidencias, eso le dije cuando nos vimos por tercera vez fuera de su oficina; trabajo cerca le mentí.  Muchas tazas de café después dejé caer mi mano sobre la suya.  El corazón me latió de manera estrepitosa.

What to do?  Abrazar a tu perro?  Llamar a esos amigos que creías perdidos?  Pedir perdón a quien tantas veces ofendiste?  Ir a poner una curita en aquel corazón que rompiste?  A los que pisoteaste mientras recorrías tu camino a la felicidad, que harás con esos?  Tengo horas sentado frente al mar, sintiéndome finito, microscópico.  Se quedaron muchas cosas por hacer, lugares por visitar.  No me quité la ropa y caminé desnudo en la playa.  No visité París, me perdí de muchos conciertos.  Solo llegué a aprender tres idiomas y nunca le dije a mami que yo maté a Sifino su gato.  

Cuando llegue el día quiero pensar en ti.  En tus ojos misteriosos, en tus caricias, en la sonrisa que se dibujaba en tu cara cuando me veías.  Quiero pensar en los buenos momentos, en las cosas que me hicieron sentir vivo, quiero cuando llegue mi hora, pensar en ti.

Tuesday, February 26, 2013

Rutina.

Mi madre se ha despertado en la misma cama por 6,000 días seguidos. El sol le ha golpeado la cara, digamos, más de la mitad de todas sus mañanas.  Ha pensado en sus hijos, en su esposo, en su madre y quien sabe en quien más, seis mil veces seguidas.  Yo le he dado desde hace 3,285 amaneceres,  otra persona más en quien pensar.  Seis mil días que abre la puerta de la casa y observa absorta a una ciudad que devora vidas.  Se lleva la felicidad de los jóvenes, la inocencia de los niños, el entusiasmo, la perseverancia, la fe.  Seis mil días seguidos.

Creo que la mitad de ese tiempo la ha pasado regando las plantas de su balcón, la otra cortando las flores que se marchitaron.  Una mitad contestando el teléfono, la otra escuchando Radio Santa María.  Una mitad saludando a los vecinos, la otra orando por ellos.  Me atrevo a asegurar que seis mil días abriendo la nevera.

Mi madre sonríe poco, se preocupa mucho.  La he visto poco llorar, muchas veces refunfuñar.  Han sido seis mil días haciendo café, seis mil días viendo un cuadro de la virgen, ese que está en el pasillo.  Seis mil días recordando su niñez en Bonao, mil quinientos extrañando a su padre.

Hoy voy a casa a comer, sentarme en la misma silla de siempre, preguntarle: Qué hay de comer? Y ella responderme molesta, una vez más: Comida Alfonso, comida.





Wednesday, January 23, 2013

Melancolía

Te pesa levantar la cabeza, unir una idea con otra, un sentimiento con su reacción   La incertidumbre es la peor de las sensaciones, es peor que la frustración,  que la desilusión,  que la derrota.  El no saber, el what if de los gringos.

Tengo dos horas sentado tratando de soltar ese nudo en la garganta, esa sensación a estomago lleno, a pesadez, dos horas y ya no me molesta este banco carente de ergonomía. Al parecer, las banquetas en los lugares públicos las hacen para adornar y no para aliviar el cansancio a aquellos a los que la rutina les golpea la existencia o a los que vinieron a enamorarse una vez más.  Maldito frío el que hace.

Salí de mi país pues se me habían acabado las oportunidades. Pobreza arrastra pobreza.  Gasté todo lo que el sueño dominicano podía ofrecer, gasté las oportunidades, las pocas relaciones que pude crear, llegué al tope y aun así no pude salir de la pobreza, esa que viene en la sangre, en el apellido, en unos padres que no estudiaron, en unos tíos bebedores y jugadores, en unos abuelos enfermos. Dejé el alma siendo serio y honesto.

Y aquí estoy en este sueño americano, plagado de facturas y renta cara, de almas corriendo desde y hacia un tren, de soledad, de añoranza por todo lo que viví en mi tierra, añoranza por lo que me faltaba por vivir, por mi queso de hoja, por los besos de ella, por Jánico y Baitoa, por Playa Grande y Terrenas.  Mierda, jamás me pasó por la cabeza estar en una situación en la que diera lo que fuera por un locrio de arenque. Yo sé lo que hago aquí, lo que no sé es que porqué no estoy allá.