Thursday, August 13, 2009

El genio y un solo deseo

Cuenta la leyenda que en el desierto de Samaría hay enterrada una lámpara donde ha estado pagando condena un genio, que fue condenado a pasarse toda una eternidad en la misma hasta que alguien la encontrase. Para la época en que fue condenado, la asociación de genios había logrado que en vez de tres deseos, fuera sólo uno el que por obligación debían conceder a aquellos que siendo turistas, contrabandistas de armas o simplemente gente muriendose de hambre y sed, encontrase la jodida lámpara que los alberga.

Este genio, según la leyenda, tiene la particularidad de que no concede bienes materiales, ni números de la loto, ni mujeres de portadas de playboy con quien revolcarse hasta que la presión sanguinea lo permita. El único deseo que por obligación concede es que le permite al libertador viajar en el tiempo, al pasado de su vida y con pleno conocimiento cambiar cualquier momento de su vida.

Algunas personas pueden sentirse arrepentidas de algunas decisiones, sentir la sensación de que ojalá hubiese hecho otra cosa, si puede volver en el tiempo. En mi caso se que he tomado mala decisiones, que he obrado mal, que fui estúpido, herí a mucha gente pero me siento tan satisfecho con mi vida y me he dado cuenta de mi potencial y mi capacidad, de mis virtudes, de mis errores.

Hoy trece de agosto, es una fecha que representa uno de mis mejores logros, la razón de mi orgullo, mi obra maestra: Hoy hace seis años nació Alfonso Fernando. Alfonso no estaba en los planes, ni en el presupuesto, para esa época lo que ganaba se gastaba en la cuota de mi carro nuevo y discotecas. Mis prioridades cambiaron, mi vida, la forma de verlo todo. Si yo me topo con esa lámpara y sale un genio entre humo de hierbas y me ofrece su particular deseo volvería al día en que fui a visitar a la madre de Fonsito y me aseguraría de dejar trancados bajo llave en la gaveta del carro los condones que esa vez dejé en la consola del medio.

Saturday, August 08, 2009

Me acuerdas

Tu piel chocolate me acuerda la loma llena de cacao donde nos perdiamos por horas con las hojas secas que nos servían de colchón. La complicidad de la lluvia, cada tarde, cada noche de luna llena, cada temporada que pasamos en Baitoa.

El destino nos hizo hijos de nuestros padres, las coincidencias nos hicieron a dedicarnos a la misma actividad: vivir de la tierra. Y así como se labra la tierra, he recorrido todo cuerpo en busca de tus frutos para saciarme de ti hasta la gula.

Es que me encantas, me matas. Cuando tus manos buscan entre mis pantalones, cuando busco entre tus piernas y encuentro calor y humedad. Tus besos, tu lengua tímida, tus gemidos, tus ojos y los mios que se topan de cuando en vez. Y es que lo mejor de estar contigo es el deseo de volverlo hacer.