Metia y sacaba mis manos de mi bolsillo varias veces para darme cuenta de mi misera realidad, solo tenia treinta pesos. Cuando el dia anterior le dije a los muchachos en el domino que me hacian falta mil pesos para comer y la gasolina de manana, ellos lo tomaron a chiste, yo loco que Juan sacara una papeleta y me la tirara en la cara diciendome toma infeliz, pero esta vez, no lo hizo, mierda, cuando las cosas son en serio toman a uno de relajo. Llegue a la oficina a pie con el cuento de que estoy aprovechando que vivo cerca, que el calentamiento global y ejercicio para esta panza cada dia mas dura, llena de lombrices, de Presidente en colmado, de papitas y refresco Mirinda de desayuno, algunas veces de cena.
Ahi estaba en la fila del Chef. Treinta pesos, solo treinta pesos. En casa tenia huevos para acompanarlos, si, no esta mal, un poco de grasa por arriba y con eso aguanto. Lo peor de tener poco para hoy es tener nada para manana. Que desastre de vida, economicamente estoy vuelto un cero y no hablo en metaforas.
-Senorita, un servicio de arroz blanco.
Le digo en voz baja, tratando de que mi verguenza no se convierta en materia prima para anecdotas futuras de los que esperan en fila.
-Solo arroz blanco senor?.
Me pregunta la dependiente con un tono de voz que llama la atencion hasta al cocinero que meneaba una paila de habichuela.
-Si, y por favor......
-Ponme mucha habichuela, dos platanos maduros, fritos, doble porcion de bistec con mucha cebolla, sisisisi, y ponme aparte un servicio de ensalada rusa, ahh y un flan de coco.
Me interrumpe el joven detras de mi, hace equilibrio con sus dos bandejas de comida, yo, con firmeza y mis dos manos, agarro la mia adornada por un foam lleno de ese cereal blanco que aboba a todos los dominicanos a las doce del medio dia.
-Decia algo senor?.
Y la voz de esa muchachita de cinco pies, dos pulgadas, un gorro de bano y delantal sucio de grasa, me saca de mi estado de coma repentino.
-Que si puedes ponerle....
-Oye, mamita, ponmele un pedazo de ese pollo horneado.
Vuelvo a ser interrumpido.
-Dejelo asi, solo el arroz.
Ya el estado de sinverguenseria se me paso, no pude pedirle que me salseara un poquito ese arroz bajo en grasa, en sal y sabor.
Ya frente a la cajera, listo para pagar, trato de pedirle a la muchacha que me le ponga un poco de salsa por arriba al arroz antes de cierre el plato y lo ponga en una funda.
-Joven, mire que si puede...
-Digame caballero.
-Que si le puede poner un poquito de salsa de carne al arroz.
-Senor, pero debio decirselo a la que lo atendio.
Me reclama la cajera.
-Senorita, es que...
-Esperese, Awildaaaa!!! Awildaaaa!!! Ven tirale grasa a este arroz, juye que tengo la fila llena de gente.
Y esa joven, esa desgraciada, grito a toda voz mi desgracia en medio de los treinta y tres metros cuadrados de ese local sin aire acondicionado, con abanicos KDK con las aspas llena de polvo y grasa. Tenian que ver las caras de las gentes. El hipopotamo que pidio comida para toda una nacion me miraba con pena haciendo equilibrio con su bandeja. Una senora intento sacar dinero de su bolso para darme. Papi, que le pasa al senor que ta en la fila, dijo una ninita que acababa de entrar al local. Sentia que todo el mundo se referia a mi como un pordiosero, un vagabundo, un infeliz licenciado en publicidad, aratrao, con una onda hippie pasada de moda, mierda!!!!.
-Mira tu, ahi tan, treinta pesos por ese misero plato de arroz, no me le ponga na. Le dije a la cajera.
Please god kill that motherfucker o a esa hija de la granputa en su defecto, fue lo unico que pense.